
Mis propósitos para 2015. Feliz año nuevo.
El blog [NSFW] de Florestan. Aquí guardo mis fantasías y obsesiones. Con la esperanza de hacer realidad algunas de ellas, algún día, en algún lugar, de alguna manera.
Hola, soy una zorra. No una zorra animal o una persona lista, no, no, una zorrazorra, sí ya sabéis, una tía que sin tener pareja folla con tíos y la juzga la sociedad por follar, pues de esas.(Vía Yo follé contigo)
[...]De hecho podría ni follar con nadie pero publicar una foto de mis no tetes (no busquéis en google que nunca lo he hecho) y ya no tendría derecho a ser respetada como persona porque o se es persona o se es zorra, hay que elegir POR LO VISTO.[...]A ver, tratar bien no es un derecho o un capricho, tratar bien es una obligación y un signo de inteligencia. Ahora repetid: guarra es la que teniendo medios para ello no se lava, puta es un trabajo y zorra es la hembra del zorro. No es tan difícil, ¿verdad? VERDAD.
Comer coño es algo que hay que hacer bien. Muy bien. Si usted no sabe comerse como se debe un coño su vida no irá, sexualmente hablando, a ninguna parte. Hay una verdad incontestable: la estabilidad matrimonial y en general la estabilidad de la pareja es más fuerte y armoniosa si usted le come bien el coño a su pareja.
Hagamos de este polvo un gran polvo. Juntos. Los dos. Metiéndomela en la boca entera y de un bocado. A mí la carne me gusta jugosa y henchida. Así, como ésta que es tuya y que ahora hago mía.(Vía Latanace)
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.